El viento
Imagina que estás en una playa. Hay poca gente. Se encuentran lejos de tí. Apenas son unas pequeñas figuras en la lejanía. La arena es clara. Con ondulaciones muy suaves. El suelo está muy poco inclinado. El mar está frente a tí, a un par de decenas de pasos. Comienzas a andar, lentamente, suavemente, hacia el mar. Sientes la arena caliente, ondulada y seca bajo tus pies. En unos pasos llegas a la arena húmeda, lisa, y caliente por el sol. En cada pisada notas su textura, cómo se hunde un milímetro o dos con tu pisar. Una pequeña ola llega arrastrándose por la clara arena y acaricia tus pies. Sientes al agua cristalina, fresca, salada. En ese momento, cierraa los ojos dejándote llevar. Te sumerges en las sensaciones.
Estás horizontal sobre la arena. Sientes el sol acariciar tu cuerpo lleno de sal. La brisa susurrandote al oído mientras te seduce con sus caricias. La arena bajo tu espalda, húmeda, caliente, relajándote. La claridad del sol a través de tus párpados. El agua del mar acariciando tus piernas, suavamente. Respiras hondo, sintiendo el olor del mar. Sintiendo como ese aire puro y limpio libera tus pulmones. Respiras más y mejor. El sonido de las olas llega a tus oídos, haciéndote perder en tus sentidos.
Estás flotando sobre el mar. Ves el agua cristalina a tu alrededor, reflejando la luminosidad del sol que te calienta. El mar está relajado. Hay pequeñas olas. Pequeñas ondas que acarician tu cuerpo. Sientes el mar masajeando todo tu cuerpo, con ritmo, lentamente, suavemente. El agua salada te acaricia exitando tus sentiso. Sigues con los ojos cerrados pero sintiendo la gran luz reinante. El mar te sostiene, balanceándote, meciéndote, dándote placer. Tu sentido del tacto te da placer, al sentir los masajes del salado mar, al sentir la calor del astro rey. Tu sentido del oído te da placer, al sentir el sedante ruido de un mar dispuesto a hacerte olvidar todo. Tu sentido del olfato te da placer, al respirar ese aire salado y vivo.
Nada te separa en esta unión con los sentidos. No hay ataduras, no hay prendas. Sientes el sol llegar hasta el último rincón de tu piel, darte calor a traves de los granos de sal. Sientes el agua en todos los lugares de tu cuerpo, dándote dulces caricias. Sientes una suave mano que comienza a acariciarte un hombro. Lo hace con mucha parsimonia y dulzura. Otra mano va a tu otro hombro. Con la misma suavidad te acaricia sutilmente. Te masajean los hombros, con sensibilidad pero con firmeza. Te masajean la parte alta de la espalda, con total suavidad, bajo el agua. Te masajean la zona cercana al cuello, son una dulzura inimaginable. Despacio. Procurando darte placer. Tu piel se exita con sus caricias. Tus bellos despuntan con tanto placer. Esas manos dulces y fuertes acarician tu cuello, suavemente, muy despacio. Con una exquisita parsimonia suben por tu cuello, hasta llegar a tu nunca. Sientes las llemas de los dedos haciendo círculos sobre el cabello que nace en tu nuca. Suspiras hondo, casi gimiendo. Esas llemas llegan a tu sién, comenzando a masajearte, con el mismo ritmo que el mar, haciendo suaves círculos. Respiras hondo, disfrutando, sintiendo como unos dulces labios tímidamente acarician tu frente. Eres feliz.