Escritos de Arasmil Un Ángel Herido

jueves, octubre 12, 2006

Papá

A mi Nerito bello

Papá,
quisiera a veces
estrellarme entre tus brazos,
ahogar mis miedos con tus manos.
Sentirme tan segura, ahí.
¡Ahí!
¡Donde nadie pueda lastimarme!
¡Ahí!
¡Donde nadie logre apartarme!
¡Ahí!
¡Donde una vez fuí tan feliz!

Pero yo entiendo.
No debo.
Tu vida es tan agitada
que no sería justo robarte
aquel minuto de reposo.
Un reposo ganado
por tanto esfuerzo dado
para un amor verdadero,
amor de actos.
Que basta y sobra mirarte,
ver tu rostro cansado,
ver tus ojos preocupados,
por darnos más,
por amarnos más,
por cuidarnos más
de este mundo que te trató mal.

¡No!
No sería justo
quitarte tu minuto preciado,
por matar el capricho de esta niña
de sentirse invulnerable por tus brazos.
¡No!
No sería justo
arrebatarte ese tiempo esperado
que bien puede ser agotado
disfrutando de la alegría o de la paz
que solo hayas en tu hogar,
al que tanto pide tu corazón llegar
cada mañana que de él
obligado te tienes que alejar.
¡No!
No sería justo
despertarte de ese sueño fugaz
en donde aún soy tu princesa,
tu pequeña princesa,
a la que debes protejer de la maldad,
para decirte
que he crecido,
que no tienes hoy
que protejerme de los malos,
si no de la vida,
que se me está viniendo encima...

Perdóname.
Perdóname Papá,
por ser tan egoísta,
por pedirte aquí a escondidas,
llena de cobardía,
que me regales tú minuto esperado.
O sólo segundos de él quisiera,
se que serían suficientes
para sentirme una niña,
tener nuevas fuerzas,
con la esperanza fresca
y la fé así
-tan intacta-
como el día que salí de tus brazos
para enfrentarme a la vida
que tanto hoy me espanta.
O sólo segundos de él quisiera,
se que serían suficientes,
para revivir la alegría
que tanto me hace falta.
Para vivir sin sentirme
tan perdida, tan confundida
como hoy...

Google
 
Web escritos-de-arasmil.blogspot.com